Hacia el año 1925, luego de que Estados Unidos encomendara a la fuerza aérea a distribuir el correo por todo el país tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, el servicio postal pasa a manos de empresas privadas mediante el sistema de licitaciones. Walter T. Varney fue uno de los empresarios que obtuvo el permiso para la explotación del correo aéreo en la nación norteamericana, junto a personas como Pasco, Wash y Elko.

Varney es considerado el padre de la aviación comercial en los Estados Unidos, además de ser el fundador de la United Airlines, pero junto a este personaje, existieron otros visionarios de la época que vieron en este negocio la oportunidad, no sólo de trasladar correspondencia desde un lugar a otro del vasto territorio estadounidense, también a personas.

Estamos hablando de figuras como Guillermo Boeing y su pequeña fábrica de aviones, Clement Keys, fundador del National Air Transport y Ven Gorst, un hombre que trabajaba especialmente en la ruta que iba desde la ciudad de Los Angeles a Seattle. Algunas personas estaban dispuestas a soportar las incomodidades de los vuelos aéreos con tal de ahorrarse un poco de tiempo.

Las personas que se animaban a subirse en estos incómodos aviones, viajaban junto a los sacos de correspondencia,teniendo que soportar el frío, la molestia de trasladarse acomodados en cualquier rincón de la aeronave y el atronador sonido de los motores. Conforme aumentó la demanda de los pasajeros, mejoraron también los servicios que se prestaban al cliente.

El nombre que recibían las personas encargadas de asistir al pasajero era couriers, y en muchas oportunidades, los que asumían esta labor eran los hijos de los fundadores de las aerolíneas.
El servicio, a pesar de sus mejoras, era muy parco, pues apenas cargaban el equipaje del pasajero, los ayudaban a subirse al avión y le ofrecían un chicle, para evitar la molesta sensación de viajar con los oídos tapados.
Cuando se manifestó la crisis económica del año 29, muchas empresas tuvieron que hacer recortes en su personal, así que el propio copiloto no sólo tuvo que encargarse de asistir en la cabina de la aeronave, sino que además debía brindar servicio a los pasajeros.
Para esa época ya había un sencillo concepto de comida a bordo, de tal modo que a los viajeros se les ofrecía un poco de café en un vaso de cartón (que era mantenido a temperatura en termos especiales) y un sandwich envuelto en papel de parafina.
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